La formación en tiempos de crisis

La formación en tiempos de crisis

Siempre existe recorrido de mejora para una persona o una organización, y la formación es la herramienta fundamental para dirigir ese recorrido.

Desde las escuelas de negocios trabajamos para desarrollar y mejorar las competencias de profesionales y directivos, de forma que puedan trasladar a sus organizaciones propuestas de mejora. Y, bajo la perspectiva de la mejora continua, en cualquier momento y en cualquier contexto resulta adecuada la formación.

No obstante, resulta más fácil comprender la importancia de la formación en tiempos de crisis (de cambio) que en tiempos de bonanza económica y empresarial. Formarse requiere un tiempo y un esfuerzo, por lo que los tiempos de crisis hace visibles y notorias distintas motivaciones para emprender un reto formativo:

En primer lugar, la incerteza profesional que nos empuja a prepararnos para buscar nuevas salidas profesionales en el seno de nuestra organización o en otras organizaciones, incluso en áreas profesionales distintas a la propia. En segundo lugar, la necesidad de las organizaciones de buscar la eficiencia y la mejora de resultados, que requiere de profesionales y directivos más y mejor preparados en cada una de las áreas de gestión. En tercer lugar, los cambios en el entorno que requieren la incorporación de nuevas metodologías y nuevas herramientas de gestión. Por último, la propia preparación para enfrentar y promover el cambio y la innovación en las organizaciones.

Y, efectivamente, la variada oferta formativa existente permitirá que las personas que acudan a la formación, también en tiempos de crisis, encuentren un camino que les marque un recorrido de mejora personal y profesional, que revierta en su organización y en nuestro entorno.

El reto al que nos enfrentamos todos –proveedores de formación, profesionales y directivos, empresas y organizaciones- es el de aprovechar la clara evidencia de la necesidad de formación que ha abierto el contexto de crisis que estamos viviendo, para trazar un camino de formación permanente.

La formación, que en nuestros días debe aportar en algunos casos estrategias de supervivencia y de crecimiento empresarial en otros, nos servirá en un futuro para promover el cambio (crisis) continuo.
Esta creencia en la necesidad de formación permanente es la que desde años nos ha empujado a buscar fórmulas que permitan compatibilizar las múltiples exigencias profesionales y personales de nuestro quehacer diario con la formación. El desarrollo demodelos de formación flexible es la clave que debe permitir que interioricemos la formación como una necesidad vital, de las personas y de las organizaciones.

Es cierto que en las últimas décadas la formación permanente ha estado presente en todos los discursos y directivas nacionales y transnacionales como uno de los ejes de desarrollo económico y social. El problema estriba en que en muchos casos esta formación se ha orientado a la acomodación, a la estabilidad, a la perpetuación de situaciones de aparente bonanza, mientras que la formación para la mejora siempre debe apostar por el cambio, de la situación actual a una situación mejor, sea cual fuere el punto de inicio.

La reflexión sobre la formación en tiempos de crisis debe servirnos para devolver a la formación su razón de ser, el desarrollo de conocimientos y competencias que conduzcan a personas y organizaciones a promover el cambio permanente, entendido como la mejora permanente. Y esta orientación a la mejora permanente exigirá la provocación de continuas pequeñas crisis (cambios) que podremos gobernar y nos conducirán a una situación mejor.

Soy consciente de que este pequeño juego de palabras cambio-crisis puede resultar incluso algo ofensivo en momentos en los que un gran número de personas y organizaciones se ven fatalmente afectadas por la situación económica en la que nos encontramos. Pero lejos de esta intención, de lo que se trata es de evidenciar que nos encontramos en una situación de cambio y de que, si somos capaces de dirigir el rumbo de ese cambio, el resultado puede ser positivo.

La adquisición de habilidades, conocimientos y destrezas para guiar estos cambios -una vez más la formación-, nos ayudará a forzar el rumbo de ese cambio hacia escenarios de mejora. Obviamente la formación no es una varita mágica que garantiza el cumplimiento inmediato de nuestros deseos de mejora, pero sí que es un camino probado de preparación para la gestión del cambio.

Y avanzándome a posibles réplicas respondo a alguien que pueda apuntar que algunos profesionales y directivos aparentemente habían recibido formación de primer nivel sin haber podido evitar (y en ocasiones habiendo inducido) el devenir de las cosas a un escenario de crisis fatal. En este caso deberemos diferenciar una vez más el esfuerzo permanente por el cambio que conduce a la mejora de la búsqueda de soluciones cómodas.

La formación debe aportar conocimientos y habilidades, pero también actitudes y valores que contribuirán a que la orientación a la mejora permanente se dé en condiciones de respeto, responsabilidad social y sostenibilidad que garantice también espacios de mejora para los que nos rodean.

Tal y como indicaba al inicio de este texto, siempre existe recorrido de mejora para una persona o una organización, la formación nos ayuda a trazar estos recorridos y hoy resulta imprescindible estar preparados para trazarlos.

fuente: http://ranking2012.wanabis.com/

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