Inversión en formación y gestión del talento, piezas clave para el éxito empresarial

Inversión en formación y gestión del talento, piezas clave para el éxito empresarial

Fuente: RRHH Digital

La formación y la gestión del talento de los empleados deberían figurar entre las prioridades en la agenda de las empresas. En un mercado global cada día más exigente, es necesario mantener unos planes de formación continua de los empleados en competencias útiles para las organizaciones, unas habilidades que responden a las necesidades cambiantes del mercado y que normalmente no se incluyen en los currículos académicos del aprendizaje universitario. Competencias como el liderazgo, la especialización en herramientas y programas informáticos o la facilidad de comunicación. Un “material” educativo que ya forma parte del “business core” de las empresas de todo el mundo, que ayuda a descubrir y potenciar el talento intrínseco y, a su vez entrena, en estas aptitudes a quienes no las tienen.

De igual manera, el perfeccionamiento de las habilidades y competencias debe ser una estrategia empresarial clave si un negocio pretende sobrevivir en el entorno cada vez más competitivo y global. Esto se convierte en algo indispensable si se tiene en cuenta el contexto económico existente, que lleva a muchas compañías a reducir costes. Por estas razones, CICE, como escuela líder en nuevas tecnologías, tenemos como objetivo primordial que nuestros alumnos sean capaces de llevar al máximo nivel su talento y creatividad, ofreciendo así a las organizaciones un rendimiento competitivo desde el primer minuto.

Con el objetivo de concienciar, es necesario crear una cultura del valor en las empresas, donde el empleador sepa gestionar las diferentes competencias de cada uno de sus empleados y ayudar a que se autodesarrollen: la gestión de la inteligencia, creatividad, conocimientos de organización, habilidades interpersonales, etc. Todos estos conceptos giran en torno a dos conceptos clave: rendimiento y potencial.

Por un lado, el rendimiento está enfocado al presente, obtener la máxima productividad del desempeño del empleado en sus tareas actuales. En cambio, el potencial se dirige a desarrollar habilidades del empleado que puedan ser útiles en un puesto diferente o de más responsabilidad. Por ello, es importante que las empresas apuesten por una formación alternativa, práctica y aplicada directamente en las necesidades reales de la misma.

Por otro lado, irremediablemente, la situación económica ha impuesto un modelo de cambio en la forma de hacer negocios que implica la transformación de infraestructuras y procesos para seguir aportando ventajas competitivas. En este escenario y ante un mundo tan cambiante y competitivo como el actual, las empresas están sometidas a vaivenes que hacen peligrar su supervivencia. Para asegurarla, uno de los pilares en el que deben apoyarse es la formación. En concreto, empresas de todos los tamaños y sectores, sobre todo las que tienen su business core en las nuevas tecnologías, se están dando cuenta de que el conocimiento es un valor diferencial. Además, los conocimientos específicos adquiridos por los trabajadores son susceptibles de proporcionar ingresos futuros a la organización, lo que otorga a la formación especializada un carácter de inversión.

Sin embargo, la crisis económica está reduciendo los presupuestos destinados a la formación en empresas. Este recorte puede llevar a un círculo vicioso: es imposible ser productivo si no se tienen los conocimientos y la experiencia necesaria. Por otro lado, no hay que olvidar que la formación debe plantearse como una actividad constante para que las plantillas puedan adaptarse continuamente a las nuevas circunstancias y retos que conlleva la actividad empresarial. Asimismo, los trabajadores podrán obtener una cualificación profesional con lo que incrementarán la estabilidad de sus puestos de trabajo.

Entonces, ¿cómo debe ser la formación que vaya acorde con los objetivos de negocio de las empresas? Atrás quedó aquello de impartir temarios ya predefinidos por el fabricante o la empresa de formación, que en muchos casos ni siquiera tenían que ver con el trabajo a desarrollar. El futuro de la formación empresarial pasa por detectar y definir las necesidades de las instituciones, y diseñar soluciones específicas para cubrir cada una de ellas. En definitiva, se desarrolla “un traje a medida”. Las organizaciones se han dado cuenta que necesitan actualizarse y gestionar los recursos de los que disponen de forma más eficiente, y para ello, cada empleado, departamento y empresa precisan de formación a medida y flexible.

Paralelamente, si observamos el mercado laboral en España, diferentes estudios afirman que la mayor demanda se produce en el sector de las nuevas tecnologías. En los últimos años, las empresas solicitan cada vez más candidatos, con unos perfiles y competencias muy específicas que en estos momentos la Universidad no produce. Además, las innovaciones técnicas y los cambios en los sistemas de información del negocio exigen nuevos conocimientos acreditados por alguna certificación.

En este contexto, tanto los individuos como las organizaciones descubren los beneficios de obtener una Certificación. A nivel personal, las certificaciones acreditan los conocimientos, experiencia y habilidades en la materia, y son el reconocimiento de cara a terceros del nivel adquirido.

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